PEREGRINACIÓN CATÓLICA A CACICA (SUCEAVA-RUMANÍA)
La basilica minor católica y santuario nacional Adormirea
Macii Domnului, en Cacica. Foto del autor.
Los muchísimos monasterios de
Bucovina son una muestra de la religiosidad del pueblo rumano, declarados por
la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. La mayoría de los rumanos son
cristianos ortodoxos (89 %), existiendo otras creencias como los cristianos
católicos (5,60 %), protestantes (3,70 %), musulmanes (0,40 %) y otras
minorías.
En el Norte del país se encuentra
la pequeña ciudad de Cacica, de unos 4.500 habitantes, donde radica la iglesia
católica de la Asunción de la Virgen María, convertida en Basilica Minor por el
papa Juan-Pablo II, en el año 2000 y, en la actualidad, santuario nacional. Es uno
de los mayores centros de peregrinación del catolicismo de todo el Este de
Europa. Todos los años se celebra allí esta peregrinación el día 15 de agosto, con
gran solemnidad y con motivo de la Asunción de la Virgen María.
Cacica fue fundada a finales del
s. XVIII por un grupo de familias polacas que trabajaban allí en sus famosas
minas de sal. De ahí que desde entonces exista en ella una gran comunidad
polaca que fue la que fundó la iglesia de la Asunción de la Virgen María en el
año 1904.
Cada año, durante los días 14 y 15
de agosto, tiene lugar en Cacica esta impresionante peregrinación para hacer
sus pedimentos a la Virgen María, para confesarse y para participar en la Santa
Misa en la gran explanada existente frente a la puerta procesional de la
basilica minor. Los peregrinos, ante la carencia de lugares de hospedaje,
duermen en tiendas de campaña o al aire libre junto al santuario. La víspera
del 15 de agosto tiene lugar una procesión con velas,
pero el mayor
acto tiene lugar
—¿cómo no?— el citado día 15, donde a las 11 de la mañana tiene lugar en la
explanada de la basílica una solemne misa, de unas dos horas de duración.
Asisten peregrinos católicos de toda Rumanía y de los países vecinos: Ucrania,
República de Moldova, Grecia, Italia (este año han venido varios grupos de
monjas), Austria, Alemania, Hungría, Francia y, sobre todo, de Polonia. La misa
ha sido concelebrada este año por un total de 40 sacerdotes, tanto nacionales
como extranjeros, y 3 obispos: El de Iaşi, que la presidió, monseñor Petru
Gherghel, su obispo auxiliar, monseñor Aurel Perca, y ¡el obispo de Lérida!,
monseñor Joan Piris Frigola.
Entre las autoridades civiles se
encontraban presentes: El presidente del Conciliul Judeţean Suceava, Ioan
Cătălin Nechifor, el embajador de Polonia en Bucarest, la alcaldesa de Cacica, Elena
Boloca y, comenzada la misa, llegó el primer ministro rumano, Victor Ponta,
procedente del monasterio ortodoxo de Putna, en las cercanías que, tras la misa,
marchó de nuevo a este monasterio. Desde el lugar donde se bajó de su vehículo,
en las proximidades de la basílica, rodeado de una fuerte escolta, fue recibido
por el pueblo con ramos de flores de albahaca y un anciano le dio la bienvenida
con estas palabras: Bine aţi venit, Maria
Ta!
Ponta le contestó que no se esperaba tal recibimiento. A continuación una mujer
le regaló un ramo de flores de albahaca, que el primer ministro entregó a su
hija, Irina, que le acompañaba.
El primer ministro Victor Ponta y su séquito en la
peregrinación del 15-8-13. Fuente: Adevărul del 16-8-13
La mañana no acompañó a los
peregrinos ya que la lluvia no cesó durante toda la misa y la temperatura
rondaba los 18º C. Mas estas adversidades climatológicas no desanimaron a los
peregrinos que en número aproximado de 25.000
llenaron completamente la explanada y las cercanías. Testigo de todo ello es el
autor de esta pequeña crónica que tuvo que dejar el coche a una distancia de
más de 2 km del santuario y en una huerta particular donde admitían, previo
pago de 10 lei, el aparcamiento de cada vehículo. Pero la cola de vehículos
aparcados llegó hasta los 5 km de distancia. Según fuentes del diario Adevărul, fue de 6.000 el número de
vehículos estimados.
Al comienzo de la Santa Misa
Solemne Pontifical, el presidente de la misma, el obispo de Iaşi, monseñor
Petru Gherghel, dirigió unas palabras de agradecimiento tanto a las autoridades
eclesiásticas cuanto a las civiles y, muy especial y emotivamente, a todos los
peregrinos que, desafiando las adversas condiciones meteorológicas, abarrotaban
completamente tanto la explanada donde se celebrada la Santa Misa como sus
proximidades.
La Santa Misa continuó acompañada
de música de órgano y un excelente coro que cantó tanto en rumano como en latín
diversas obras.
Detalle de la Misa en la basilica minor y santuario
nacional de Adormirea Macii Domnului, en Cacica (Suceava, Rumanía).
Peregrinación del 15-8-13. Foto del autor.
Fue especialmente emotivo el
momento de las preces, donde fueron dichas por los peregrinos asistentes en sus
lenguas nativas; así, principiaron en rumano y continuaron en polaco, húngaro,
alemán, italiano, francés, ucraniano y griego. ¡Lástima que no supiera el autor
que el protocolo exigía anotarse antes de misa para poder recitarlas también en
español! Que se sepa, solamente asistieron como españoles: El autor, su esposa
e hijo, amén del ya citado obispo de Lérida.
Pero este enojo desapareció cuando
el obispo de Iaşi,
inmediatamente antes de dar por finalizada la Santa Misa, concedió la palabra a
nuestro obispo de Lérida, el cual, durante más de 10 minutos, explicó, en
español, auxiliado por un sacerdote rumano que sirvió de traductor, el motivo
de su estancia en Cacica. Habló de la existencia de un convenio entre la
diócesis de Iaşi y la de Lérida, a través del cual esta diócesis forma a
seminaristas y sacerdotes rumanos en Lérida dado que las condiciones en Rumanía
del catolicismo no son muy potentes económicamente hablando. Sus dulces
palabras nos llenaron de emoción al oír a tan excelente magnate hablar en
nuestra lengua española.
Especialmente destacable
durante la misa fue la grandísima participación de peregrinos en la comunión.
Hay que decir que, en el perímetro exterior de la basílica, refugiados de la
lluvia por un paraguas, había nada menos que 21 sacerdotes que estuvieron
confesando a una infinidad de peregrinos. A pesar de que durante la comunión
todos los sacerdotes se esparcieron por el lugar donde los fieles estaban, el
autor tuvo que esperar casi 15 minutos para poder recibir la comunión.
Y lo mejor de todo ello es
que la inmensa mayoría de los católicos allí asistentes no llegaban a los 40
años, siendo su mayor número el de personas de menos de 25 años. Ver la
religiosidad y la fe de todos ellos, es algo digno de alabanza y que, ¡Dios lo
quiera!, sirva de ejemplo al catolicismo occidental.
Finalizada la Santa Misa todos los
concelebrantes, guiados por portadores de guiones que representaban a los
peregrinos de las diferentes ciudades rumanas, marcharon en procesión hasta la
cercana casa parroquial.
Procesión de los concelebrantes tras la finalización de
la Misa. Peregrinación de 15-8-13 en Cacica. Foto del autor.
Una vez allí, el autor pidió a un
jovencísimo y agradabilísimo sacerdote de Iaşi ser recibido por el obispo de
Lérida, el cual apareció frente a nosotros en menos de tres minutos. Tanto el
autor, como su esposa e hijo, departieron con él a lo largo de 15 minutos. Su
alegría como la nuestra fue inmensa al saber que en aquél lejano lugar de
Europa había, al menos, cuatro españoles, en la peregrinación de Cacica.
El autor con su familia y el obispo de Lérida en Cacica,
tras la peregrinación del 15-8-13. Foto del autor.
Hay que decir que monseñor Joan
Piris es, además de excelente obispo, una inmejorable persona por su simpatía,
amabilidad y campechanía. Un ejemplo a seguir para cualquier cristiano. Desde
aquí damos las gracias a tan egregia persona. Después de darnos su bendición
nos despedimos.
Dom. Pedro
López Martínez, caballero profeso de la Militia Templi.